viernes, 30 de octubre de 2015

Análisis entre la Introducción de los libros “Historia de la Teología” de Illanes/Saranyana y de Juan Belda Plans

Antes de iniciar el desarrollo de éste análisis es importante destacar que, vistos ambos aportes como introducciones al estudio de la materia Historia de la Teología, se entiende que éste no llevará, por ahora, de modo alguno, a un resultado concluyente en cuanto a la caracterización y diferenciación de la materia en el desarrollo de ambos libros. Pues como análisis de las presentaciones introductorias que alumbran someramente el camino próximo a recorrer, se desarrollará únicamente lo expuesto en estas páginas y los análisis extraídos de ellas.
 Para comenzar, se puede mostrar una diferencia significativa en la caracterización que presentan los autores de la BAC (José Luis Illanes y Josep Ignasi Saranyana) entre la Historia y la Historia de la  Teología propiamente dicha, debido a que esta última se centra más en los aspectos teológicos, buscando “educar la propia inteligencia al empeño de pensar en la fe y desde la fe”[1]. Diverso pues a lo presentado por Juan Belda Plans, quien, al inicio, se concentra más en desarrollar los aspectos básicos de la teología. En éste autor como se verá más adelante, se aprecia un poco de inclinación hacia el estudio de la teología en su aspecto más histórico, o al menos eso deja relucir en su presentación, cuando dice: “un método posible (para el estudio de tan amplia materia), sería exponer los distintos modelos teológicos que se han presentado a lo largo de los siglos, para observar, cómo a partir de un punto determinado, la teología nace, crece, madura y se desarrolla cada vez más”[2] Igualmente lo expresa con estas palabras “en el fondo, la teología siempre implica una respuesta de la inteligencia cristiana ante los retos y problemas planteados por la cultura de una época determinada”[3]. Por su parte Illanes y Saranyana insisten en profundizar en la verdad de las cosas, en éste caso la teología, dialogando con lo dicho por los antiguos (teólogos), para comprender verdaderamente lo que en la historia se narra.[4] Una postura un poco más interesante para nuestros estudios teológicos.
Otro aspecto de divergencia entre estos autores es la periodización que hacen de la Historia de la Teología. Por una parte encontramos una periodización bastante general (Illanes y Saranyana) que, según ellos, sintetiza y expone de modo estructurado y armónico la teología a lo largo de la historia. “Parece preferible dividir esta historia atendiendo a las tres etapas que, a nuestro juicio, ha recorrido: el período patrístico, el período escolástico y el período moderno o contemporáneo”[5] E aquí entonces una diferencia notoria en relación a la estructura expuesta por Belda Plans, quien se esfuerza por precisar más en detalle aspectos de ésta Historia, hablando de algunas épocas concretas, que conllevan a unos ciertos modelos teológicos.[6] Así pues, organiza, para su estudio, la Historia de la Teología de la siguiente manera: Teología Patrística, Teología Monástica, Teología Escolástica Medieval, Teología Humanista del Siglo XXI, Teología Barroca, Teología Racionalista Ilustrada, Teología de la Época Romántica y Liberal, Teología Contemporánea I (S. XX, primera mitad), Teología Contemporánea II (S. XX, segunda mitad) y Teología Contemporánea III (finales del S. XX, y S.XXI).
Es de resaltar que, aún con sus diferencias, de un modo muy general, ambos coinciden en matizar tres grandes momentos en la Historia de la Teología: La Patrística, La Escolástica y la Contemporánea con sus diversas expresiones.
Igualmente es de alabar el esfuerzo que ambos escritores hacen por diferenciar la Historia de la Teología de otras ideas o historias con que tienden a confundirla, como lo son:
-          La diferencia entre Historia de la Teología e Historia de la Filosofía.
-        La diferencia entre el estudio de la Historia de la Teología y el estudio de la Patrística propiamente dicha.
-          La diferencia entre Historia de la Teología y la Historia de los Dogmas.

A su vez se encuentra la clarificación que realiza Belda Plans al comienzo de su introducción, señalando la noción, el objeto, y la metodología a utilizar en el estudio de la Historia de la Teología, para, de esta manera, diferenciarla de otros saberes con los cuales, como ya se dijo, se tiende a confundirla.


Estudiante: Casanova Medina Enzo Enmanuel        




[1] José Luis Illanes y Josep Ignasi Saranyana, Historia de la Teología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1995, p. XVI.
[2] Juan Belda Plans, Historia de la Teología, Editorial Palabra, p. 12.
[3] Plans, Historia de la teología, p. 13.
[4] Cf. Illanes y Saranyana, Historia de la Teología, p. XV.
[5] Illanes y Saranyana, Historia de la Teología, p. XVI.
[6] Cf. Plans, Historia de la teología, p. 16.

Video de la Introducción del libro Historia de la Teología de Juan Belda Plans



Estudiante: Garabán Díaz Miguel José 

domingo, 11 de octubre de 2015

Resumen de la Introducción del Libro Historia de la Teología de Illanes y Saranyana.



 Introducción

I .LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA COMO DISCIPLINA
TEOLÓGICA

El título de «Historia de la Teología» lleva a preguntar si la disciplina a la que se refiere es principalmente histórica o más bien teológica: ¿es por su género Historia y por su diferencia específica Teología, o por su género es Teología y por su diferencia específica Historia?, pero se dice que; al esbozar la historia del pensamiento teológico es necesario narrar sucesos y acontecimientos, precisar fechas y datos, analizar las afirmaciones concretas de autores del pasado. Pero, si se quiere alcanzar una verdadera comprensión de aquello que en una Historia de la Teología se narra, es decir, de la doctrina de los diversos autores y del tránsito de unos a otros, la intención última debe ser teológica.
El análisis del proceso histórico de la Teología cristiana constituye, por eso, una forma excelente de educar la propia inteligencia al empeño de pensar en la fe y desde la fe, sirviendo así de base para superiores desarrollos. En este sentido la Historia de la Teología ofrece no sólo unos puntos de referencia históricos y documentales, sino también, y sobre todo, una verdadera introducción a la Teología como tal.

II. PERIODIZACION DE LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA

La conciencia de la verdad de la fe y, más concretamente, la conciencia de que en Cristo, Palabra de Dios hecha carne, Dios ha manifestado a los hombres su designio de salvación, por una parte, y la tendencia a profundizar en esa verdad a fin de captar su unidad y coherencia, en tal sentido, la Teología es tan antigua como la fe cristiana, hundiendo sus raíces en la misma generación apostólica. De ahí que pueda hablarse, y se hable con frecuencia, de «teología bíblica», de «teología neotestamentaria», de «teología paulina», entre otras, indicando así que en los libros que componen la Sagrada Escritura, se contiene una doctrina que puede ser sintetizada y expuesta de modo estructurado y armónico.
Los apóstoles, y quienes con ellos vivieron, constituyen, sin embargo, una etapa singular en la historia de la Iglesia: la etapa fundacional, es decir desde sus primeros pasos con el mismo Jesús, Verbo Encarnado. El inicio de la Historia de la Teología se sitúe más bien a partir de la generación apostólica, cuando los cristianos, recibiendo el legado de los apóstoles y dejándose iluminar por él, pusieron en juego todos los recursos de su inteligencia para profundizar en ese depósito, con el deseo de asimilarlo plenamente, de defenderlo frente a críticas o equívocos, de plasmarlo en obras y de transmitirlo eficazmente a las generaciones sucesivas.
Para intentar una periodización de la Historia de la Teología, tal y como se desarrolla a partir del período apostólico, puede, sin duda, acudirse a la división ya universalmente consagrada: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea. Proceder así tendría la ventaja de acomodarse a un uso común, dividir esa historia atendiendo a las tres etapas que, a nuestro juicio, ha  recorrido esa historia: el período patrístico, el período escolástico y el período moderno o contemporáneo. Ciertamente se completa esta introducción a la Historia de la Teología marcando los contornos de esas tres etapas y marcando brevemente, sus rasgos más característicos.

1. Período patrístico

Los primeros autores cristianos, designados ordinariamente con el nombre de Padres apostólicos por su cercanía cronológica a los apóstoles, se expresaron mediante cartas u homilías, de tono familiar, muy unidas a la vivencia concreta de la Iglesia. La aparición de una literatura apologética o de defensa, que desembocó en un vibrante diálogo entre fe y razón; más concretamente, entre fe cristiana y cultura pagana; se inició así un proceso de cristianización del mundo helenístico y romano que se extendió a lo largo de varios siglos, hasta culminar, en los siglos III al V, en una síntesis lograda.
En el período patrístico así iniciado, cabe distinguir tres etapas fundamentales:
La etapa primera, de iniciación o formación de la teología patrística, que se extiende desde fines del siglo I hasta comienzos del siglo IV: es la época de los Padres apostólicos, de los Padres apologistas, de los primeros escritos antiheréticos y de los primeros intentos de tratados o exposiciones teológicas ya relativamente cuajadas.
Los siglos IV y V, verdadera edad de oro de la Patrística, hecha posible por la conjunción de dos factores: la paz de que se disfruta desde principios del siglo IV, al cesar las persecuciones, y la maduración ya alcanzada por el pensar cristiano.
La etapa final, que se extiende hasta el siglo VII, en el período de transición entre la Antigüedad tardía y la Edad Media.
La época patrística debe su nombre a los Padres de la Iglesia, entre ellos cabe destacar a, (San Atanasio, San Basilio, San Cirilo de Jerusalén, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín...) Se trata de una época que tiene una especial significación en la historia de la Iglesia y de la Teología. En primer lugar, y ante todo, por su proximidad a los años apostólicos. Pero también porque durante ese período la Iglesia se extendió ampliamente, consolidando su estructura, desarrollando su liturgia, expresando su fe en fórmulas dogmáticas cuidadosamente elaboradas.

2. Período escolástico

Durante los primeros siglos de la Edad Media, es decir, en la primera parte del período altomedieval, y, más concretamente, entre los años 750 a 1100, domina, por lo que al teologizar se refiere, la teología monástica: una teología nacida en el seno de las escuelas monásticas existentes en los monasterios benedictinos, que consistió sobre todo en un comentario a la Sagrada Escritura; desarrollado al modo de una lectio o lectura meditada de los textos bíblicos, apoyada en los autores patrísticos.
Alcuino de York, Rábano Mauro, San Anselmo de Canterbury pueden ser considerados, con plena justicia, los iniciadores de la teología medieval, porque pusieron las bases metodológicas de la teología escolástica propiamente dicha. Hacia el 1100 aparecieron en los burgos o ciudades de Occidente escuelas catedralicias. La teología escolástica propugnó un método analítico y discursivo que dio un amplio campo a la especulación racional iluminada por la fe. Nacido y desarrollado en el interior de instituciones académicas, las escuelas catedralicias y, posteriormente, las universidades y, en ellas, las Facultades de Teología.
El teologizar escolástico fue evolucionando, dando origen a desarrollos especulativos cada más amplios y de mayor profundidad teorética, hasta constituir, en más de un punto, una cumbre en la historia general del pensamiento. dentro de la que pueden distinguirse varias fases o subperíodos:
La Alta escolástica, que va del 1100 al 1300, período en el que se sitúan las figuras más importantes y representativas: Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, San Buenaventura, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino y el Beato Juan Duns Escoto;
La Baja escolástica, del 1300 al 1500, época en parte creadora y en parte de decadencia, en el que la reflexión se escinde en disputas entre escuelas y, en ocasiones, se pierde en disquisiciones alejadas de los núcleos centrales de la fe;
La Escolástica renacentista, de comienzos a mediados del siglo XVI, caracterizada por la incorporación al método escolástico de las preocupaciones literarias e históricas provenientes del humanismo renacentista, tal y como lo testimonian la obra, entre otros, de los dominicos Tomás de Vio y Melchor Cano;
La Escolástica barroca, que se extiende desde mediados del siglo XVI hasta el siglo XVII, en el que después de algunas figuras relevantes, como Domingo Báñez y Francisco Suárez, se inicia un período de fuerte decadencia.

3. Período moderno y contemporáneo

El siglo XVII representa, en muchos aspectos, un momento de fuertes cambios, tanto en lo político como en lo cultural. La escena intelectual, ocupada hasta entonces sobre todo por la tradición escolástica, empieza a ser dominada por otras líneas de pensamiento, particularmente el racionalismo de origen francés y el empirismo de proveniencia anglosajona.
A la Teología se le planteaba, en consecuencia, un considerable reto, que reclamaba, en primer lugar, salir de la decadencia en que, como ya hemos dicho, se encontraba en aquellos momentos, y, después, ir a la raíz de la fe para conseguir mostrar, con fuerza nueva, su vitalidad y su verdad. De ahí una historia aún no concluida, porque nos encontramos todavía en esa coyuntura histórica en la que cabe distinguir las siguientes etapas:
— La continuación del proceso de decadencia del pensar teológico, que se extiende a lo largo de todo el siglo XVII.
— El inicio de un proceso de renovación en el siglo XIX, que procede, no sin polémicas y tensiones, a través de tres líneas fundamentales: la vuelta a las fuentes bíblicas y patrísticas, la recuperación de la tradición escolástica tal y como se había manifestado en su momento de esplendor, es decir, en los grandes maestros plenomedievales  y el diálogo con algunas corrientes del pensamiento moderno, particularmente en su versión idealista y romántica.
— La plenitud de tal renovación, que cabe situar en torno al Concilio Vaticano II, punto decisivo de referencia para la valoración del precedente desarrollo de la Teología y para el juicio sobre la situación actual y su historia futura.

III. HISTORIA DE LA TEOLOGÍA, HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, PATROLOGÍA Y PATRÍSTICA

Antes de cerrar esta introducción, conviene señalar la distinción y relaciones de la Historia de la Teología con otras disciplinas académicas relativamente próximas. En primer lugar, con la Historia de la Filosofía. Entre Filosofía y Teología hay, a la vez, diferencias y conexiones. La Filosofía procede a partir de la razón y la experiencia humanas, interrogándose sobre ellas y buscando explicaciones, fundamentaciones y respuestas. La Teología procede a partir de la palabra de Dios, esforzándose por poner de relieve su contenido y su riqueza, a fin de iluminar desde ella la totalidad de la existencia humana. Sólo a partir del siglo XVII se establece una neta distinción metodológica y académica entre Filosofía y Teología.
El teólogo, al reflexionar sobre la fe, reflexiona a la vez sobre la experiencia humana, en la que esa fe se inserta y a la que esa fe ilumina; realizará o podrá realizar, en efecto, obra válida no sólo teológica, sino también filosóficamente. La Historia de la Filosofía y la Historia de la Teología son, en suma, disciplinas distintas, pero relacionadas y que deben estar atentas la una a la otra.
La Patrología quiere subrayar la vertiente doctrinal, es decir el pensamiento. Y la Patrítica, más bien se va por la literatura.

Estudiante: Robles Moreno José Ricardo.